Filmada en un autocinema abandonado en el históricamente importante Valle de San Luis en Colorado, la video-instalación de Monroy Cuevas describe una serie de cinco obstrucciones en un paisaje cambiante que una vez fue la frontera entre Estados Unidos y México. Estas obstrucciones se presentan en parejas: un objeto viejo y uno nuevo, montados en un trípode. La cámara de Monroy, en una atractiva coreografía, sigue a cada objeto sincrónicamente como si fuera un satélite, apuntando a los paralelismos entre el romanticismo del cine y la imposibilidad de fijar un cuadro; un marco de referencia permanente: ya sea una ficción en la pantalla o una frontera entre países.